La Oscura Ausencia
La Oscura Ausencia:
Por: Edward Pérez
Un Ensayo
sobre la Falta de Sentido Común
El sentido común es a menudo
considerado un regalo universal, un conjunto de verdades evidentes que guían
nuestras decisiones diarias, desde cruzar la calle hasta gestionar las
finanzas. Sin embargo, en la práctica, su ausencia o, peor aún, su flagrante desprecio,
se ha convertido en una sombra persistente en la sociedad moderna, generando
frustración, errores evitables y, en ocasiones, consecuencias graves.
La Definición Elusiva
¿Qué es, en realidad, el sentido
común? No es una disciplina académica, ni un conjunto de leyes inmutables, sino
una intuición práctica que se forma a partir de la experiencia, la observación
y una lógica rudimentaria. Es saber que el fuego quema, que una inversión con
rendimientos sospechosamente altos es probablemente una estafa, o que es mejor
no enviar un correo electrónico lleno de ira. Es la inteligencia aplicada a la
vida cotidiana.
La dificultad radica en que,
aunque se asume como "común" a todos, su aplicación varía
enormemente. Lo que para una persona es una obviedad, para otra puede ser un
misterio. No obstante, existe un núcleo de prudencia y coherencia lógica que,
al faltar, detona una serie de problemas.
Las Manifestaciones de la
Ausencia
La falta de sentido común se
manifiesta en diversos ámbitos. En lo personal, se observa en la incapacidad
para gestionar el tiempo, el dinero o la salud de manera previsible, llevando a
un ciclo constante de crisis autoinducidas. Es la persona que, sabiendo que
tiene una cita importante, se levanta tarde y se queja del tráfico.
A nivel político, la
ausencia de esta virtud es aún más corrosiva. Se traduce en la adopción de
medidas sin una evaluación mínima de sus posibles efectos secundarios, en la
repetición de errores históricos evidentes o en la propagación viral de desinformación
fácilmente verificable. Como que manzanillo y las matas de Santa Cruz, no pertenecen a la provincia de Dajabón.
Causas y Consecuencias
Varias son las causas que
explican este déficit. Una es la sobrecarga de información. En un mundo
saturado de datos, la capacidad para discernir lo relevante de lo trivial, o lo
verdadero de lo falso, se atrofia. Otra causa es la especialización extrema. A
medida que las personas se vuelven expertas en nichos muy pequeños, pierden la
visión de conjunto y la capacidad de aplicar una lógica amplia a problemas
cotidianos.
Las consecuencias son profundas.
La falta de sentido común no solo provoca ineficiencia y pérdida de recursos,
sino que erosiona la confianza social. Cuando los
individuos toman decisiones que parecen irracionales desde la perspectiva más
básica, se genera un escepticismo generalizado y una sensación de caos o
desgobierno. La previsibilidad, que es el pilar de una sociedad funcional, se
desvanece.
La Restauración del Juicio
Práctico
Si bien no se puede obligar a
nadie a ser sensato, la sociedad sí puede fomentar el pensamiento crítico y la
reflexión. Esto no pasa necesariamente por la educación formal, sino por la
cultura de la pregunta y la valoración de la prudencia. Se trata de alentar a
las personas a hacer una pausa y considerar las implicaciones lógicas de sus
acciones antes de ejecutarlas.
En última instancia, el sentido
común no es un rasgo de genialidad, sino un acto de humildad intelectual: es
reconocer que hay reglas básicas en el universo que no pueden ser desafiadas
impunemente, y que la mejor brújula a menudo reside en la experiencia colectiva
y la lógica más sencilla. Su restauración es crucial, pues es la base
silenciosa sobre la que se construye toda sociedad coherente y funcional. Sin
él, la inteligencia, la tecnología y el conocimiento son herramientas que se
utilizan a ciegas, con resultados frecuentemente desastrosos.
Sí, entiende que escribí este ensayo para alguna persona en específico, le recomiendo poner en práctica el sentido común.

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